DE PLATÓN A KRISHNAMURTI. EL FIN DEL DUALISMO
DE PLATÓN A KRISHNAMURTI. EL
FIN DEL DUALISMO
Jose Antonio Laín Gracia
RESUMEN
El artículo que sigue a
continuación pretende ser un estudio comparativo entre los razonamientos sobre
la muerte de Sócrates en algunos diálogos de Platón, especialmente el Fedón y
las ideas de Krishnamurti, pensador indio del pasado siglo. Lo primero, debo
decir, que no soy filósofo, mi formación es en Filología clásica, pero conozco
bien a ambos pensadores, especialmente al segundo, en el que, aun ya
conociéndolo y leído hace tiempo, he profundizado intensamente en los dos
últimos años.
SUMMARY
The following article is
intended as a comparative study of Socrates' reasoning on death in some of
Plato's dialogues, especially the Phaedo, and the ideas of Krishnamurti, an
Indian thinker of the last century. First of
all, I must say that I am not a philosopher; my academic training is in
Classical Philology. However, I am well acquainted with both thinkers,
especially the latter, whom I have known and read for some time, but whom I
have studied intensively over the last two years.
En Platón el
mundo de las ideas, la idea de bien, de justicia, de belleza, no es sino una
abstracción teórica, una creencia, en definitiva. Para Krishnamurti las
creencias o ideaciones distorsionan la percepción directa. Aferrarse a una idea
implica someterse a lo conocido, apego, en otras palabras, o sea, falta de
apertura hacia lo desconocido, además de que las creencias, según el pensador
indio, dividen al hombre. Cuando sin forzarlo la mente alcanza un estado que no
ha sido alcanzado por el pensamiento, podemos decir que esa es la verdadera
meditación, que no exige método pues cuando hay una disciplina o método, hay un
fin, llámalo cielo platónico o Dios, que no son sino proyecciones del ego.
Por otro lado, Platón en su República, quería transformar lo externo
creyendo que el filósofo gobernante atraería con sus ideas a la masa
productora, pero eso es una utopía. Krishnamurti dice que más importante que
cambiar lo externo es hacer en cada uno una auténtica revolución en lo interno.
El mundo somos nosotros y nosotros el mundo. El mundo es un caos, porque
internamente en nosotros reina el desorden.
En Krishnamurti la filosofía
es más práctica que en Platón: la idea, la palabra, la imagen o símbolo no es
el hecho, no solo eso, sino que estás distorsionan la percepción del mismo.
Solo cuando hemos disipado de nuestra mente la idea, la palabra o la imagen se
nos muestra el hecho tal como es y en esa atención completa puedes
trascenderlo, si se me permite la palabra, e ir más allá de él.
Por otro lado, el placer,
según Platón en el Filebos, es
producto de la memoria, en Krishnamurti del pensamiento, pero como bien dice él
mismo, qué es el pensamiento sino una reacción de la memoria. Cuando interviene
el pensamiento al contemplar algo bello, surge el deseo y su satisfacción es el
placer, así como su insatisfacción es el dolor. Ambos pues, para Krishnamurti,
son fruto del pensamiento. Por tanto, cuando no hay pensamiento, el deseo,
aunque exista, no debe satisfacerse y, por tanto, no hay placer ni dolor, sino
una ataraxia o quietud dichosa. Es lo que Platón llama reminiscencia y que se
opone a la memoria (o pensamiento, como queramos llamarlo).
La reminiscencia según el filósofo
griego es la percepción de que la sed y el hambre existen, pero sin el deseo de
saciarlo. Es como percibir lo bello sin el deseo de poseerlo. El deseo, para el
pensador indio, no es algo negativo, es fruto del deleite en algo bello. El
problema es cuando interfiere el pensamiento y quiere volver a repetir ese
deleite (que no es otra cosa que intentar poseerlo) para conseguir placer.
Platón plantea en el Fedón, como ya hiciera la tradición
hindú, la transmigración de las almas. Para Krishnamurti, la reencarnación no
es sino una continuidad en el tiempo. Pero si existe algo que está más allá del
tiempo y la muerte, que los cristianos llaman alma o los hindúes atman, para
qué va a reencarnarse. Se trata de otra ideación de Platón, como el cielo para
los cristianos, que les sirve como paliativo al miedo a morir. En lo que tiene
tiempo o continuidad no puede florecer ni la bondad ni la liberación. La
reencarnación o el cielo es una procrastinación, "seré, llegaré a ser, me
salvaré, me convertiré con el tiempo..." Cuando uno se da cuenta de que
reencarnación o cielo no es sino futuro (o sea, pasado modificado por sublime
que sea ese anhelo) deja de plantearse esas cuestiones.
La muerte es el final de todos
los apegos, incluidos las personas, los bienes, los conocimientos, las
creencias adquiridas a diario. También incluye la idea de Dios, reencarnación o
cielo, aunque pienses en ella en el último suspiro. Krishnamurti propone morir
a todo ello cada día, cada instante, convivir con la muerte es la única manera de
vivir plenamente. Solo así la mente está fresca, rejuvenecida a cada momento y
no se deteriora. Lo mismo ocurre por la muerte de seres queridos. Su duelo es actividad
egocéntrica. Lamentamos, no lo que la muerte ha supuesto para esa persona, sino
la soledad y el vacío en que nos deja, del que tratamos de escapar de muchas
diferentes formas.
El sueño es continuidad del
pensamiento, dice Krishnamurti. En efecto, Sócrates dice en la Apología que si la muerte es “como
cuando se duerme sin soñar” considera la muerte como el cese del pensamiento. Pero más que
esperar a la muerte, Krishnamurti propone que podemos hacerlo en vida. Podemos
morir a cada instante mientras vivimos y por tanto no debemos esperar la
liberación tras la muerte, sino que la podemos hallar en la propia vida, lo que
es la mayor plenitud.
A propósito de Sócrates, fue
vilipendiado por políticos, poetas y artesanos al afirmar que no eran sabios.
El mismo fundaba su sabiduría en la premisa del no saber, como Krishnamurti,
que reclama una mente que haya muerto al pasado, una mente que ha dejado de
buscar, en la que ha cesado todo movimiento de lo conocido para que puede
adentrarse en lo desconocido, que es el verdadero aprendizaje. No podemos
encontrar nada bueno si seguimos arrastrando la carga de lo viejo.
Sócrates, se reconforta en el Fedón antes de morir, en la idea de otra
vida mejor “si no creyese encontrar en el otro mundo dioses tan buenos y tan
sabios y hombres mejores que los que dejo en este” (Biblioteca Digital, p. 12).
Krishnamurti no afirma que haya otra vida mejor más allá de la muerte, sino que
esa vida mejor es posible en el aquí y el ahora. Mientras Sócrates
afirma: “¿Y no razona mejor que nunca cuando no se ve turbada por la
vista, ni por el oído, ni por el dolor, ni por el placer" (17), Krishnamurti
dice que debemos percibir "lo que es" no solo con los sentidos, sino
con todo nuestro corazón y nuestro ser. Para Krishnamurti no hay una entidad
separada, sino una observación pura de todo el movimiento del pensar. Lo
que para Platón es razonar (alma sin intervención del cuerpo) para Krishnamurti
es meditar (mente sin intervención del pensamiento, que es materia, pero no
totalmente desligada de este).
Sócrates en el Fedón
afirma: “mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté sumida en
esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir, la
verdad.” (19). El alma en Platón es para Krishnamurti el espacio en la mente
que no ha sido contaminado por el pensamiento, donde reside la verdad. Sócrates
asevera: “Sólo entonces gozamos de la sabiduría, de que nos mostramos tan
celosos; es decir, después de la muerte, y no durante la vida.” (19) Para Krishnamurti
la auténtica sabiduría e inteligencia solo se puede alcanzar en vida. Más
adelante Sócrates dice: “Y a esta libertad, a esta separación del alma y del cuerpo, ¿no es a lo que se llama la muerte”. (21). Muerte para Krishnamurti es el final de todo apego, de todo lo conocido. Lo conocido creo suponer que es la materia e incluye el
pensamiento.
Sócrates también en el Fedón asevera: “Por ejemplo; lo bello es
lo contrario de lo feo; lo [40] justo de lo injusto; y lo mismo sucede en una
infinidad de cosas. Veamos, pues, si es absolutamente necesario que las cosas
que tienen sus contrarias sólo nazcan de estas contrarias;” (27) Para
Krishnamurti: “Si lo bueno nace de lo malo, entonces lo bueno contiene lo
malo.” Afirma en sus conferencias constantemente: soy injusto y debo esforzarme
en ser justo, en esa afirmación hay contradicción, dualidad. Más bien cuando
observo que soy la injusticia, sin escapar, sin intentar llegar a ser o
convertirme en el tiempo, lo cual implica conflicto, en esa atención completa
se disipa la injusticia.
Sócrates afirma en el Fedón: “—Dinos
a tu vez la combinación de la vida y de la muerte. ¿No dices que la muerte es
lo contrario de la vida? —Sí.” (29) Krishnamurti acaba con la dualidad platónica de vida-muerte psicológica, para
Krishnamurti vida y muerte es una sola cosa: vivir plenamente es morir a cada
instante y morir dignamente es vivir. Separar la vida de la muerte implica
tiempo psicológico, el antes y el después, dualidad, y, por tanto, conflicto.
Sócrates en el Fedón afirma: “¿Tienes dificultad
en creer que aprender no es más que acordarse?”(32) En Krishnamurti es todo lo
contrario, aprender es desprenderse de la memoria y el recuerdo. Sócrates más
adelante dice: “Al reconocer esta lira, viene a su pensamiento la imagen de aquel a quien ha pertenecido. He aquí lo que se llama reminiscencia;” (39) en el Fedón reminiscencia es asociación, el
recuerdo de la idea perfecta. Pero Krishnamurti defiende que la creación de una
idea, por muy sutil que sea, crea división y conflicto entre lo que debería ser
y lo que realmente es, o sea, dualidad. Aprender para Platón es recordar el
mundo de las ideas (reminiscencia), para Krishnamurti es negar todo lo conocido para abrirse a lo
desconocido. El mundo de las ideas de Platón, para Krishnamurti no sería sino
el obstáculo final para abrirse a lo inmensurable. Cuando hay una idea, hay una
separación entre el pensador y la idea. Hay una distorsión o distracción de la
atención plena.
Sócrates atestigua más
adelante: “—Por consiguiente, Simmias, nuestras almas existían antes de
este tiempo, antes de aparecer bajo esta forma humana; y mientras estaban así,
sin cuerpos, sabían.” (40) Para Krishnamurti no hay antes ni después del cuerpo,
con el cuerpo y la mente se puede aspirar a lo desconocido.
Sócrates más adelante dice:
“digo, que es absolutamente indispensable, que, así como todas estas nociones
primitivas existen, nuestra alma haya existido igualmente antes que naciésemos;
y si estas nociones no existieran, todos nuestros discursos son inútiles. ¿No
es esto incontestable? ¿No es igualmente necesario que, si estas cosas existen,
hayan también existido nuestras almas antes de nuestro nacimiento; y que, si
aquellas no existen, tampoco debieron existir estas?" (41) En Krishnamurti
no hay dualidad entre cuerpo y alma o realidad e idea. A lo bueno, lo bello y
lo justo no se accede a través de la separación entre pensador e idea, sino
cuando pensador es lo pensado y observador lo observado.
“Ahora bien; estas cosas tú
las puedes ver, tocar, percibir por cualquier sentido: mientras que las
primeras, que son siempre las mismas, no pueden ser comprendidas [54] sino por
el pensamiento, porque son inmateriales y no se las ve jamás” dice Sócrates en
el Fedón (46) Para Krishnamurti el
pensamiento es materia y las ideas inmanentes de Sócrates también.
Prosigue: “—Por consiguiente,
nuestra alma es más conforme que el cuerpo con la naturaleza invisible; y el
cuerpo más conforme con la naturaleza visible.” (46) El alma en Sócrates y en el mundo cristiano es una ideación para dar continuidad al pensamiento una vez que la muerte biológica se produce. Es el miedo a que no haya esa continuidad el que crea el concepto de alma.
“Si el alma se retira pura,
sin conservar nada del cuerpo, como sucede con la que, durante la vida, no ha
tenido voluntariamente con él ningún comercio, sino que por el contrario, le ha
huido, estando siempre recogida en sí misma y meditando siempre, es decir,
filosofando en regla, y aprendiendo efectivamente a morir; porque, ¿no es esto
prepararse para la muerte?...” (49) Para Krishnamurti, la meditación es
liberación, no hace falta morir para ser libre.
“—Si el alma, digo, se retira
en este estado, se une a un ser semejante a ella, divino, inmortal, lleno de
sabiduría, cerca del cual goza de la felicidad, viéndose así libre de sus
errores, de su ignorancia, de sus temores, de sus amores tiránicos y de todos
los demás males afectos a la naturaleza humana; y puede decirse de ella como de
los iniciados, que pasa verdaderamente con los dioses toda la eternidad. ¿No es
esto lo que debemos decir, Cebes?” Para Krishnamurti el dios cristiano o lo
dioses socráticos no son sino una proyección idealizada o sublimada del ego. Por lo tanto, en última instancia, reforzamiento del ego.
La transmigración de las
almas, también presente en el hinduismo, para Krishnamurti sigue siendo una
idea para dar continuidad al pensamiento. Quiero saber si me reencarnaré, si
habrá continuidad en alguna forma porque no me he completado en vida, mi vida
no ha sido plena. El mundo invisible para Sócrates es lo desconocido para
Krishnamurti “y el alma, abrumada con este peso, se ve arrastrada hacia este
mundo visible por el temor que tiene del mundo invisible, del infierno” afirma
Sócrates (50). En Krishnamurti también el hombre, por temor a lo desconocido,
se aferra a lo conocido.
Sócrates prosigue: “Y los más
dichosos, cuyas almas van a un lugar más agradable, ¿no son aquellos que
siempre han ejercitado esta virtud social y civil que se llama templanza y
justicia, a la que se han amoldado sólo por el hábito y mediante el ejercicio, sin el auxilio de la filosofía y de la reflexión?” (51)
Para Krishnamurti amoldarse al patrón moral que establece la sociedad, no es en
absoluto moral, genera conflicto interior y exterior. Para Sócrates: “los verdaderos filósofos renuncian a todos los deseos del cuerpo; se contienen y no se entregan a sus pasiones” (52) Krishnamurti considera que no es natural renunciar a los deseos o contenerlos. El deseo forma parte de la naturaleza humana. El estado ideal es, una vez se genera el deseo, que no interfiera el pensamiento para la búsqueda del placer. El deseo, cuando surge y no le da continuidad el pensamiento es algo bueno.
Cito de nuevo a Sócrates: “En que
obligada el alma a regocijarse o afligirse por cualquier objeto, está persuadida
de que lo que le causa este placer o esta tristeza es muy verdadero y muy real,
cuando no lo es en manera alguna”. (54) Krishnamurti propone que observemos la
tristeza, el dolor, que estemos con ellos, no buscando escapatorias o soluciones,
ni evadiéndonos a través de distracciones, drogas u otros paliativos. Si
separamos la entidad que sufre del sufrimiento, hay conflicto y el sufrimiento
nunca termina.
“—¿No es principalmente cuando
se experimenta esta clase de afecciones cuando el alma está particularmente
atada y ligada al cuerpo?” afirma Sócrates. (58) Más que el anclaje al cuerpo,
Krishnamurti habla de anclaje al ego, a lo fragmentario, a lo personal lo que
provoca el sufrimiento.
Asevera el filósofo griego: “o
aprender de los demás la verdad o encontrarla por sí mismo; y si una y otra
cosa son imposibles, es preciso escoger entre todos los razonamientos humanos
el mejor y más fuerte” (58) Para Krishnamurti no se puede acceder a la verdad a
través de los demás, sino solo a través de uno mismo. Esta solo se muestra con
la absoluta independencia psicológica de uno mismo. El mismo en sus
conferencias afirma ante sus oyentes que sus palabras son como un espejo en el
que uno queda reflejado. Cuando el reflejo es claro, puedes romper el espejo.
Sigo citando a Sócrates: “Yo
con el mayor gusto me habría hecho discípulo de cualquiera que me hubiera
enseñado esta causa; pero al ver que no podía alcanzar a conocerla, ni por mí
mismo, ni por medio de los demás” (82) Krishnamurti considera que disciplina, como de su etimología se infiere,
significa aprender, pero no aprender de otro sino de uno mismo y, por tanto, no
hay imitación, ni conformidad a la autoridad del maestro, sino solo observación
de lo que uno es. Es decir, no vamos a aprender de otros lo que realmente
somos.
Sigue Sócrates: “desde
entonces, tomando por fundamento lo que me parece lo mejor, tengo por verdadero todo lo que está en este caso, trátese de las cosas o de las causas: y lo que no está conforme con esto, lo desecho como falso.” (83) Para Krishnamurti la negación de lo falso es la verdad. No es
que sustituya la negación por la verdad, sino que el mismo acto de negar es la
verdad. Yo añadiría que para Krishnamurti lo falso es lo conocido.
Sobre lo bello, lo justo, lo
bueno del mundo de las ideas socrático. Jiddu Krishnamurti sostenía que la sensibilidad a la belleza y a la fealdad es crucial para la comprensión de la vida. Ser sensible implica una gran
percepción, lo que permite apreciar tanto la belleza como la miseria.
Prosigue el griego: “Para
explicarte el método de que me he servido en la indagación de las causas, vuelvo desde luego a lo que tantas veces he expuesto”
(83) Krishnamurti niega que pueda haber un método para acceder a la verdad. La
verdad no tiene caminos, no está al final sino al principio. La verdad es un
país sin caminos, no se puede trazar una línea, una dirección, un camino que
conduzca a ella y luego practicarlo, disciplinarse, aprender una técnica.
Sobre la inmortalidad del alma
Socrates afirma: “—¿El alma lleva, por consiguiente, consigo la vida a
donde quiera que ella va? —Es cierto. —¿Hay algo contrario a la vida, o no hay
nada? [95] —Sí, hay alguna cosa. —¿Qué cosa? —La muerte. —El alma, por
consiguiente, no consentirá nunca lo que es contrario a lo que lleva siempre consigo. Esto se deduce rigurosamente de nuestros principios. —El alma, ¿no consiente la muerte? —No. —El
alma es, por consiguiente, inmortal.” (96) En Krishnamurti la vida no se
opone a la muerte, ambas son complementarias. La auténtica vida es morir a cada
instante, o sea, lo que conocemos por muerte, pero no suicidio, sino morir al pasado, a los apegos o a lo conocido, en definitiva, la muerte del
ego. Esa plenitud que es vida y muerte juntas, podemos llamarla alma, inmortalidad o
como quieras.
Sócrates afirma al final del Fedón: “donde se reúnen todos los
muertos para ser juzgados, a fin de que vayan desde allí a los infiernos con el
guía, que es el encargado de conducirles de un punto a otro; y después que han
recibido allí los bienes o los males, a que se han hecho acreedores” (99) Para
Krishnamurti la libertad es pura observación sin dirección, sin miedo al
castigo ni a la recompensa futuras. La promesa futura de cielo e infierno, de
nuevo tiempo psicológico, solo pretende cambiar superficialmente lo externo.
Cuando uno se encuentra ante un peligro físico reacciona inmediatamente, no a
través del tiempo, así debería ser en lo psicológico también.
BIBLIOGRAFÍA
Apología
de Sócrates, Platón:
Fedón
o del alma, Platón: https://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/Fedon_o_del_alma-Platon.pdf
Filebo,
Platón
https://archive.org/details/filebo-bilingue-platon/page/11/mode/2up
República,
Platón:
https://posgrado.unam.mx/filosofia/pdfs/Plat%C3%B3n_Rep%C3%BAblica.pdf
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