EL CIELO SOBRE LA SIERRA
EL CIELO SOBRE LA SIERRA
En la hermosa tarea
de dialogar con mentes tiernas
hallé la inocencia y la belleza juntas
y quedé extasiado cada mañana,
como quien despierta al alba
y se suspende de la hermosura
de su luz cándida.
¿Quién puede culparme
de amar el cielo en todo su esplendor?
Pues, aunque parezca nuevo cada día,
su frescura y su pureza,
que no deseas contaminar,
no participan del tiempo.
Es gozo supremo
el deleite de contemplar esa luz
sin la avidez de la posesión,
pues, solo si se actúa
sin la búsqueda de recompensa,
sin pensamiento, idea, o apego
hacia el objeto del deseo,
subsiste el verdadero amor.
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