EL JUICIO DE PARIS

 EL JUICIO DE PARIS


Por lo tanto, tampoco admitiremos estas cosas de Homero sobre los dioses” Platón, República

La leyenda cuenta que en la época mítica de Grecia se celebró una boda muy popular a la que asistieron todos los dioses del Olimpo, además de Tetis y Peleo, quienes serían los futuros padres del guerrero Aquiles. Sólo una de las diosas no había sido invitada al banquete, la diosa de la Discordia.

Por eso, decidió vengarse y de repente apareció rencorosa en la ceremonia para arrojar una manzana dorada en la que estaba grabada la palabra: “καλλιστει” que significa “para la mujer más bella”. Y las tres máximas bellezas del Olimpo, Hera, Atenea y Afrodita creyeron que era de su propiedad. Así, todas pusieron sus manos sobre la manzana, atrapadas en el deseo de poseerla.

Zeus quiso entonces mediar, pero no pudo intervenir en el enfrentamiento, porque se trataba de sus hijas y su esposa. Así que decidió buscar el alma más cándida e inocente que existíese para emitir el juicio más sincero y honesto. Y pensó en un joven abandonado por su padre, el rey de Troya.

Paris fue la voz de los sufrientes cuando el dolor los dejaba sin aliento y se agolpaban alrededor de los altos muros reclamando el sustento que les era negado. Era el enemigo más acérrimo del rey Príamo, porque nació para contener su ambición sin mostrar agresividad jamás.

"Es ciertamente el juez más objetivo que podría existir para esta decisión. A menudo camina como pastor en los montes de Troya. Es el hijo del rey, pero fue abandonado en la maleza por tener una naturaleza diferente y no codiciar. Nunca tomó las armas, por eso sus hermanos en silencio hablan de él como un príncipe destronado. No sé la decisión que tomará, pero por su honestidad y sabiduría intentará evitar conflictos entre ellas. Y a su vez ellas amarán su modestia." Dijo el supremo que reina en la luz, confiando en el mortal más transparente que su mente, veloz como un relámpago, pudiera imaginar.

Hermes, el mensajero alado, transportó a las tres diosas junto a Paris, cuando el pastor, desde un pequeño montículo, arengaba al pueblo para que no se arrodillara ante el dolor al que su ciudad había sido arrastrada por la élite en el poder con su codicia:

“En esta vida de horror, en la que a veces el sufrimiento o la alegría humana son insoportables, sólo la muerte vence, pero alégrense, pueblo mío, porque conocerán seres a quienes la señora del manto negro no pudo conquistar. Y no empuñan espadas ni se sientan en tronos, sino que están al lado de los seres humanos compartiendo con ellos el dolor. El mensajero de los dioses las ha traído aquí para juzgar quién es la más bella.

"Sé quién sois. Si vivís en el Olimpo, cómo hacer un juicio, qué mayor honor puede haber. Tal vez, para recibir en vuestras mansiones a otras almas puras. Para ello nacisteis, para no sucumbir al dolor que envuelve el mundo, para demostrar que vuestra belleza y humildad nunca mueren, ante vuestro altar de amor he orado de rodillas día y noche para no debilitarme por el dolor de mis compatriotas.

Hera se acercó apareciendo ante sus ojos. Él conocía su dedicación y su devoción por su marido Zeus. En el panteón griego simbolizaba la pureza del matrimonio. Con el corazón ablandado, Paris se inclinó ante ella.

"Feliz el dios supremo que goza de tus esponsales y de tu fidelidad. Qué mejor regreso a casa que el de encontrarte en ella. Este calor revitaliza al hombre y le infunde fuerzas para soportar las espinas en este hermoso jardín que es el mundo. La sangre que uno deja en el tallo espinoso simboliza la purificación para llegar a ti, el rosal más fragante, y al final uno encuentra alivio a las heridas en tu lecho de flores. Tu cariño es bálsamo calmante que cura las llagas profundas de la vida” Dijo el pastor.

Atenea aparecía entonces con sus cabellos dorados extendidos al viento. Hija de Zeus, era la diosa de la inteligencia, dueña del cielo despejado y del aire puro que da salud, quita la enfermedad y protege a los niños. Ojos glaucos, en su forma de caminar parecía no poner los pies en la tierra, tan ligera era, tan hermosa su agilidad, tan brillante su mirada que era capaz de comprender y diluir los pensamientos y por tanto su mente era un santuario en el que morían todas las ideas en sacrificio. La suprema inteligencia es la disipación de todo pensamiento, de todo conocimiento, de toda imagen, de toda la memoria para convertirse en pura observación de la vida sin la distorsión de estas, así se alcanza la sensibilidad máxima, la suprema sabiduría.  

No hay mayor templo consagrado y levantado con la mente devota de los seres humanos, unas veces esta se arrodilla ante el altar de las ideas y otras se eleva a las alturas celestiales cuando comprende sin esfuerzo la vida, desechando la idolatría de la idea. Paris sabía que sólo podría acceder a su amor si le mostraba su delicada alma. Sólo la energía inocente o la ternura de una mente que no sufre, y por tanto no daña, podrían someterla.

Entre las auras apareció Afrodita; los hermosos contornos que dibujaban su piel blanca como la nieve, la infinita dulzura de su rostro y su ilimitada ternura conquistaron al instante el corazón de París. Su bondad y su pureza eran las de una niña que descubre el mundo por primera vez. Y era difícil que Paris no se sometiera ante ese delicado y honesto corazón, ante esa inocente y juvenil belleza. Su sensualidad era opuesta a la sexualidad, pues hipnotizaba más la humildad y la devoción hacia los mortales que reflejaba su sereno rostro que la armonía de sus contornos. Hija del cielo y nacida en la espuma del mar, su símbolo era la brillante concha surgida de las profundidades del océano. Sobre el cielo se elevaba en un carro tirado por palomas blancas.

Después de pensar unos instantes en la decisión, así les dijo:

“Iris arrojó la manzana de la discordia para dañar vuestras infinitas cualidades, pero si sois ajenas al rencor, mal que condena a los mortales, para qué luchar por este fruto envenenado. Es mejor no comerlo si quieres preservar la inmortalidad. Todas sois hermosas, todas tenéis mi profundo amor y en vosotras la victoria sobre el tiempo es la prueba de que la mente vence las enfermedades humanas.

“La decisión está tomada: ninguna triunfa sobre las demás porque todas han vencido contra los designios humanos y entre los que llegan al cielo no hay distinción. Si un día las estrellas más hermosas dejaran de iluminar el cielo, los morales tendrían vuestros ojos brillantes para mirar en ellos la eternidad perdida, el brillo del origen y del fin. Bajo estas estrellas favorables nací y, si quiero alcanzar la vida eterna, la luz que nunca parpadea, debo seguiros.

“Somos ajenas a la guerra y sólo protegemos las leyes divinas”. Dijeron al unísono. “El pasado sólo sirve disolverlo y abordar el presente absoluto con la máxima pureza. Y el futuro es en esencia memoria transformada en anhelo. Cuando comprendas todo ello, estarás con nosotras en un presente intemporal y ya no tendrás miedo a la muerte. Velaremos por ti y tu pueblo”. Así dijeron y se hicieron invisibles mientras París permanecía admirado con los ojos fijos en el cielo.

Poco tiempo después se inició el asedio de la flota griega a Troya. Años de guerra destruyeron a la empobrecida población troyana. La escasez abundaba entre las masas harapientas, mientras los soldados griegos y las tropas troyanas inundaban los campos de sangre. París exhortaba a sus seguidores a no dejarse guiar por ningún bando:

“Helena es sólo una cortesana, como Crésida, que ama a mi hermano Troilo, la cortesana más bella de Grecia. Me acusan de su secuestro para justificar el crimen que quieren que los griegos cometan conmigo, porque me he opuesto a la guerra y a la ambición diabólica de los griegos, pero también a la tiranía del rey troyano. La naturaleza de Helena no ha cambiado, aunque haya cambiado la corte de Esparta por la de Troya. Este es el reino que esconde estos muros: la prostitución, la riqueza y el poder surgidos del hambre de la gente corriente.

“Despojarte de tu sustento y permitir que los poderosos te despojen de él, es lo que ha hecho por su pueblo a quien llamas Majestad y que dice ser mi padre, aunque yo no lo reconozco como tal. Ahora sólo quedan vuestros despojos, pero ya no lo sustentan. La tierra está llena de huesos o cadáveres ensangrentados. Ya no puede satisfacer su hambre de riqueza en sujetos famélicos que tienen hambre. Troya arde y con ella arde su efímero reino.

“No hay más razón para las guerras que el oro y su comercio. Todos pueden ser comerciados, incluso el ser humano, pero quien mantiene su corazón puro y libre del negocio de la esclavitud, quien no separa en bandos o castas a los hombres, quien no defiende otra patria que la tierra entera, lleva consigo el amor de estos dioses comunes a todos hasta la tumba. El amor de estas diosas es propiedad de las personas sencillas que ahora estáis conmigo. El odio, la guerra, la división y la muerte sólo aumentarán vuestro infierno. Defended la paz con vuestra vida, sigamos amándonos y rechazando las armas”.

Los griegos entraron en la ciudad. La destrucción que provocaban era cada vez mayor, la fortificación ardía y el humo de la devastación se elevaba sobre las deprimidas murallas.

Aquiles entró en el templo de Afrodita, ensangrentado el cuerpo y empuñando con fuerza la espada. Junto al altar, escondido entre las sombras, Paris pidió a la diosa que protegiera a su pueblo. El hijo de Peleo, de cabello rubio y pies ligeros, parecía obscuro y pesado, y, cuando vio al príncipe y la pureza que irradiaba, se arrodilló llorando. Paris, al observarlo, le habló serenamente:

“Creíste en la gloria, en la felicidad que otorga la fama, aunque tu fatal error te ha empujado a la sombra. Otros como Ulises han luchado por preservar su cielo en la tierra y ello los condena tanto como a ti. Las diosas ante quienes oraste e imploraste nunca promovieron el combate, aquí están a mi lado. ¿No ves cómo están rodeadas por el aura del amor y la belleza? Todos los hombres querían su favor en la guerra, pero su favor está con las personas honestas. Los troyanos algún día recuperarán la dignidad perdida y resucitarán de las cenizas otra ciudad más próspera e igualitaria"

“Para ti, Aquiles, la gloria del Hades, pero la gloria del cielo te está vedada. Sí, has luchado por tu patria, pero en el combate siempre vence la muerte del cuerpo y del alma, destino más cruel que tus crímenes. Y todos mis hermanos son como tú, incluido el joven Eneas.

De repente, brillando veloces como el rayo, rodearon a Paris las tres diosas, de una belleza y pureza tan cegadora que del monstruoso interior del soldado brotaron sin cesar las lágrimas del arrepentimiento. Tan lejos sintió el amor de las diosas que su único pensamiento fue dejar la vida que tanto detestaba y con un fuerte movimiento de su brazo penetró su talón con la espada, y allí se quedó, retorciéndose inmóvil y agonizante, entre un río de sangre, la misma con la que había sido bautizado en vida.

Mientras Paris huía del templo en llamas, se encontró con un grupo de griegos que lo detuvieron.

"¿Quién eres? ¿Y qué diosas veneras puesto que sales del templo de Afrodita? ¿Afrodita, Hera o Atenea?

"Digo que las diosas no tienen parte en la guerra. Todas ellas poseen las máximas cualidades divinas y el talento que enseña el camino a la liberación".

"Blasfemo, te atreves a insultar y calumniar al Olimpo de los dioses, pagarás con la vida tu impiedad. Yo soy el Filoctetes griego y me vengaré de tu insulto"

Así dijo y, empuñando un arco, disparó una flecha al corazón de Paris, que cayó postrado en el suelo. Las tres diosas lo rodearon con su luz, mientras lo envolvían en sus brazos para llevarlo a las alturas.

"Algunos de ellos todavía tienen esperanza en mí, no en los reyes ni en las élites, pero, ¿por qué esta resistencia se opone a la maldad del poder, si esta nunca va a cambiar? ¿No es más loable el cambio en uno mismo? ¿Morir por un deseo imposible? Prefiero morir por el deseo posible, vuestro amor." Dijo, mientras de su boca manaba un hilo de sangre y el brillo de su alma se elevaba sobre el cuerpo.

"Es claro que vuestra bondad opone resistencia a la maldad del poder. Y el amor que recibís de nosotros está inspirado en vuestra pacífica oposición al mal. Pero en el cielo la bondad no tiene causa ni se origina por resistencia a la maldad." Respondieron tres diosas.

"Todo nuestro calor está contigo, ascenderás al Olimpo donde viven las almas devotas. Olvida a tu asesino porque murió en el Hades. En paz y felicidad vivirás con nuestro amor".

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